LAS BICICLETAS NO SON DE IZQUIERDAS NI DE DERECHAS
Resulta desconcertante lo que está ocurriendo en España tras el acceso de la extrema derecha al poder de la mano del Partido Popular. Independientemente del espectáculo que se ha vivido en Extremadura protagonizado por la candidata del PP a la presidencia de la comunidad, María Guardiola, que ha pasado de oponerse a que Vox entrara en su futuro gobierno, con calificaciones que hubiera firmado el mismísimo Pablo Iglesias, a “tragarse sus palabras” (Moreno Bonilla dixit) y afirmar que el futuro de Extremadura es más importante que su palabra, lo ocurrido con los carriles-bici en algunas ciudades con nuevos gobiernos PP-Vox es de traca.
Afirmo rotundamente (me apoyo en evidencias que aportaré ahora) que ni las bicicletas ni los carriles-bici son de izquierdas ni de derechas. Son una necesidad y, desde luego, una conveniencia. Pues bien, tras los pactos para gobernar ciudades como Elche, Valladolid, Gijón y Palma, a PP y Vox no se les ha ocurrido otra cosa más disparatada que eliminar este tipo de infraestructuras urbanas. Al hacerlo pareciera que las vías ciclistas son elementos de la “dictadura progre” que tan recurrente es para los ultramontanos de la extrema derecha española. Desde luego en España no existe tal dictadura –vivimos afortunadamente en una democracia consolidada-, y por supuesto, la movilidad urbana en bicicleta nada tiene que ver con las ideologías.
Vamos a ver. El mundo está repleto de ejemplos de gobiernos y de líderes conservadores –de derechas– que consideran el transporte en bicicleta en el ámbito urbano una prioridad absoluta con tres beneficios evidentes: reducción de emisiones de CO2 parar frenar el cambio climático, mejora de la movilidad urbana y beneficio para la salud y, por tanto, ahorro en el gasto sanitario. A saber: nadie cuestiona en Holanda los beneficios de pedalear en bici. Desde luego no lo hace el primer ministro, Mark Rutte, del Partido por la Libertad y la Democracia, de ideología liberal y de centroderecha, que se mueve a menudo en bicicleta por la capital holandesa por muy primer ministro que sea y que tuvo la osadía en 2014 de acudir dando pedales a una reunión con el mismísimo Barack Obama. Para los gobiernos de PP y Vox que sostienen los gobiernos en esas ciudades este hombre debe ser un peligroso y revolucionario activista…
¿Qué decir de
uno de los políticos europeos más parecidos a Donald Trump como es el ex primer
ministro del Reino Unido Boris Johnson? Sí, Johnson. Otro sospechoso “biciprogre”
a juzgar por la fobia ciclista que PP y Vox están mostrando. El peculiar político
conservador británico es un amante de la bicicleta y un defensor a ultranza de que
se utilice de forma habitual como medio de transporte. Jonhson llegó a aprobar en
2020, antes de abandonar el gobierno, un plan de fomento del uso de la bicicleta
dotado con 2.000 millones de libras que incluía bonos para
reparar bicicletas, la construcción de carriles-bici, aparcamientos ciclistas y
hasta la dispensación por parte de la sanidad pública de bicicletas prescritas
por los doctores. Es decir, convertir la bici en protagonista de la movilidad
urbana.
Pero “Spain is different”, ya sabemos. Aquí, de manera incomprensible, parte de la derecha ve la bicicleta como un capricho de “jipijas”. Mientras esto sea así, seguirá alejada de la calle. La defensa del medio ambiente, la preocupación por evitar su deterioro, deberían ser una prioridad absoluta para los partidos de todas las ideologías. Desplazarse en bicicleta no es de derechas ni de izquierdas. Es sano, útil, responsable y bueno para el planeta.
José Fiscal


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