Veta la Palma. Una operación en una pierna a un enfermo de corazón
Conocimos
ayer la intención de la Junta de Andalucía a través del presidente, Juan Manuel
Moreno, de comprar parte de la finca Veta La Palma para incluirla en el Parque
Nacional de Doñana. Como suele ocurrir en estos casos, la noticia se ha
adornado de grandilocuentes expresiones que pretenden convertir una buena
noticia, que lo es, que así nos parece, en la salvación y en la cura de los
males de Doñana. Y en absoluto es cierto. Dicho de otra forma: ninguno de los
grandes achaques que aquejan al espacio natural se curan con la incorporación
de Veta La Palma al parque nacional.
Veamos.
Doñana tiene varios y serios problemas. En realidad los ha tenido siempre,
desde sus inicios como espacio protegido. En la actualidad a nadie se le escapa
que la falta de agua es el principal de ellos. En este sentido, todos los
técnicos y expertos coinciden en las causas: la sequía agravada por el cambio
climático y las extracciones ilegales de agua del acuífero para uso agrícola. También, en menor medida, las que se destinan al uso turístico. Existen
otros problemas, pero hay coincidencia general en que este es el primero de
ellos dada la importancia del agua para el equilibrio ecológico de los
ecosistemas de Doñana y para la vida en cualquiera de sus ambientes. Pues bien,
incorporar al parque nacional 7.500 hectáreas de humedales, aunque sean
moldeados por la mano del hombre y completamente antropizados, no va a corregir
en absoluto el estado del acuífero ni ninguno de los problemas hídricos.
Ampliar
el parque nacional con ese importante número de hectáreas de humedales está
bien. Hay que tener en cuenta que esas balsas se inundan con agua del
Guadalquivir y, por tanto, son ya un lugar seguro para las aves cuando la
marisma de Doñana está seca, lo cual ocurre cada vez con mayor frecuencia por
las razones expuestas. Pero hay que decir con total rotundidad que esto nada
tiene que ver con las extracciones de agua del acuífero. Son cuestiones
completamente distintas. Por más humedales que se sumen al parque, si no se
frenan la extracciones –está previsto seguir reduciendo las legales gracias a
los trasvases que esperan con ansia los agricultores y las ilegales con el
cierre y precintado de pozos haciendo cumplir la ley- no se recuperarán los
niveles del acuífero y la salud de Doñana seguirá pendiendo de un hilo. De ahí que no se entienda el empeño de la Junta, en contra de toda la comunidad científica internacional, de ampliar regadíos en el entorno del espacio.
Supongamos
un enfermo con un problema grave en el corazón que necesita una operación
urgente y que, además, sufre una inmovilización en una pierna por otra
enfermedad. El médico le dice que de manera inmediata le van a operar la pierna
y podrá andar sin ninguna limitación. Es una buena noticia, sin duda. Pero
no resuelve ni incide en el principal problema de salud del enfermo, que
necesita una operación en el corazón que verdaderamente le garantice la vida. Pues este es el
caso de la incorporación de Veta La Palma al parque nacional.
Conviene
aclarar también que el Espacio Natural de Doñana, integrado por el parque
nacional y por el parque natural que casi lo rodea, no aumenta su superficie un solo metro
cuadrado. El espacio protegido existente bajo el nombre de Doñana seguirá
teniendo 122.487 hectáreas. Las 7.500 que compra la Junta ya estaban protegidas e incluidas en el parque natural. Ahora, eso sí, se incorporan al parque nacional
y adquieren la figura de protección ambiental de mayor rango existente en
nuestro país. Es bueno recordar también que en el verano de 2016 el gobierno de
la Junta de Andalucía, en el que tuve el honor de ser consejero de Medio Ambiente
y Ordenación del Territorio, aprobó la incorporación de 14.400 hectáreas de
montes públicos al parque natural en la zona noroeste, en el entorno del Arroyo de la Rocina, en
Huelva. Eso, de manera objetiva, sí fue ampliar el Espacio Natural de Doñana,
concretamente alrededor de un doce por ciento.
Se
han oído voces estos días que sostienen que el anuncio de Moreno es un golpe de
efecto pero sin consistencia. Que detrás de esta medida se esconde la intención de tapar el estruendoso ruido generado por el intento de ampliación de regadíos en el entorno de Doñana que pretende
la Junta de Andalucía a través de la legalización de explotaciones a día de hoy
ilegales por uso de agua sin permiso. Lo iremos viendo. En cualquier caso, agrandar el parque nacional con Veta La Palma ni aliviará el estado de salud
de Doñana desde el punto de vista hídrico ni mejorará el deterioro de la imagen
del parque en el mundo ni frenará el daño que comienza a sufrir la agricultura
de Huelva -en su inmensa mayoría respetuosa con el medio- tras el empecinamiento de la Junta en ampliar los regadíos. Estos problemas solo comenzarían a remitir renunciando a esa ampliación, cerrando los pozos ilegales -como continúa haciendo la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir-, y trayendo el agua superficial del esperado trasvase para seguir reduciendo captaciones legales. Ese día solo quedará mirar al cielo y desear que llueva.



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